La linterna de Diógenes

Literatura. Arte. Cine. Política. Filosofía. Historia.

30.1.07

LA NIÑA QUE LLEGÓ DE LA NADA


         
Bajo este frío titular hay una hermosa historia protagonizada por una linda niña recién nacida que vino al mundo no sólo para amar y ser amada como cualquier otra niña, sino también con la misión de salvar a su hermana mayor.

         
Estaríamos dispuestos a hacer lo imposible, a atravesar el planeta a nado si es necesario, para salvar de la muerte a una persona querida, pero venir desde la Nada para curar a su hermana es aún más difícil, porque hay que superar los alambiques de la procreación para aparecer por fin en este planeta trayendo el remedio en la mano, más exactamente en su pequeño ombligo. Es la proeza que ha hecho María para salvar a Clara.

         
Clara tiene catorce años, debería haber estado jugando como el resto de sus compañeras, preparando su corazón para sus primeras emociones de mujer, sus primeras lecturas, su primer amor, como una flor ante su primer amanecer, pero Clara sufría una enfermedad incurable que la apartaba del desarrollo normal de su naturaleza.

         
Sus padres tomaron la decisión de traer otra hija al mundo para salvar a Clara. Se puede concebir un hijo por muchas razones, para que perpetúe nuestra memoria, para que herede un patrimonio o un trono, o sin ninguna razón aparente, pero la más noble de todas es que venga a salvar a otra persona. Sus padres lo hicieron con la ayuda de la medicina. Seleccionaron el embrión genéticamente compatible que permitiera a la recién nacida donar las células de su cordón umbilical para reparar las de la médula enferma de su hermana mayor. Y así nació María en esta bella historia de amor, la primera en España de este tipo.


21.1.07

La escuadrilla Malraux


         
Me emociono leyendo un libro de fotografías de André Malraux en la Guerra Civil Española, comentado por su compañero de escuadrilla aérea, Paul Nothomb.

         
Las fotografías se deben a otro combatiente idealista, Raymond Maréchal. Son imágenes evocadoras de un tiempo de guerra pero llenas de sentimientos nobles, fraternos, en algunos casos conmovedores y en otros casos nos muestran la crudeza de la vida en el "cielo de batalla" más que en el campo de batalla, que eran los cielos de Madrid, Badajoz, Málaga o Teruel.


         
Malraux se encarga de adquirir los aviones y de reclutar a las tripulaciones para una escuadrilla que primero se llamaría "España" y luego se la llamaría "Escuadrilla Malraux". En principio el presidente francés León Blum le negó el suministro de aparatos franceses, y tiene que comprarlos en los circuitos de tráfico ilegal de armas, pero más adelante, de forma casi clandestina León Blum acepta entregarle aviones Potez que habrían de enfrentarse a los disciplinados Heinkel alemanes y a los Fiat italianos. Luego llegarían los cazas rusos conocidos como los "Moscas" que tuvieron actuaciones decisivas en la defensa de Madrid, a tal punto que la gente les aplaudía desde las azoteas.





         
Se ha despreciado la importancia que pudo tener la escuadrilla Malraux en la guerra, a pesar de que su actuación en el frente de Madrid impidiera que las tropas sublevadas tomaran la capital hasta tres años después. No se han valorado sus incursiones casi a diario en la batalla de Teruel, ni hechos puntuales de gran valor humano como haber podido frenar a la columna de motorizados franquistas que perseguían a la población malagueña en su huída hacia Almería con los dos únicos aviones destartalados que aún les quedaban después haber sufrido la pérdida de varias decenas de aparatos. Sin duda alguna su aportación fue pequeña comparada con las escuadrillas rusas. Su generosa entrega pasa casi desapercibida en los analisis militares posteriores. Sin embargo en las feroces batallas aéreas que protagonizaron hicieron muchas bajas a la aviación alemana e italiana. La escuadrilla Malraux terminó totalmente aniquilada, por las manos de estos pilotos idealistas pasaron varias decenas de aviones y muchos de ellos perdieron la vida al ser derribados.





         
Fueron los últimos pilotos que se enfrentaron al enemigo en combates individuales no exentos de belleza. Las batallas aéreas eran una contradicción lírica, se desarrollaban en soledad y a veces bajo un profundo cielo azul y sobre sierras como la de Teruel cubiertas por un manto de nieve que sólo podían compartir con el enemigo al que debían derribar. Era la recreación de la vida humana: gozar de unos instantes estéticamente dichosos en un escenario destinado a la tragedia.

         
Malraux reclutó las primeras tripulaciones entre los pilotos de Air France y más tarde entre ex combatientes de la Primera Guerra mundial que se mantenían volando en pequeñas líneas aéreas o habían acudido a contrabandear con alcohol en la Norteamérica de la Ley Seca. Eran mercenarios un poco especiales porque aunque cobraban se alistaban por convicción, o por lo menos declaraban que aunque les pagaran no combatirían por el bando franquista. Sin embargo los mandos republicanos nunca estuvieron seguros de su fidelidad y recelaban que alguno se pasara a las líneas enemigas, no hubo ningún caso, en cambió al revés si ocurrió, fue el caso de un Junkers franquista que aterrizó en el aeródromo de Alcalá de Henares pasándose a las filas de la escuadrilla Malraux.

         
André Malraux no era un jefe ortodoxo, era un piloto de guerra anti militarista, le desagradaba el rigor de la disciplina, prefería la camaradería, por eso se sintió muy a gusto entre los anarcosindicalistas españoles. Se le respetaba y nadie discutía sus órdenes no por una cuestión de jerarquía que probablemente los mercenarios no tendrían muy en cuenta, sino porque se le apreciaba. Como escritor era un humanista, como militar un estratega frío y experimentado. Pero no dejaba de ser un perdedor como casi todos los idealistas, aunque no por eso dejó de luchar hasta la total aniquilación de su escuadrilla. Al llegar a España ya era un escritor célebre en Francia por su novela "La condición humana" y entre sus amigos españoles se contaba José Bergamín.

         
Conocía las escasas posibilidades que tenía la República de ganar la guerra contra el bando llamado Nacional. Casi todo el ejército se había sublevado con Franco, en cambio los soldados republicanos eran milicianos calzados con alpargatas y armados con escopetas de caza. Aunque tres cuartas partes de la aviación española había permanecido fiel a la República, estaba dotada con aparatos antiguos, pesados, dificiles de reparar, poco adecuados para entrar en combate. En cambio Franco tuvo desde el primer momento el apoyo de la aviación alemana e italiana, la legión Cóndor nazi, equipada con la tecnología aérea más avanzada para la época con un gran poder de destrucción, fue la que arrasó Guernica y la que se utilizaría posteriormente en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo a la pequeña escuadrilla Malraux que nunca tuvieron en activo más de diez o doce aparatos a la vez, en ningún momento les invadió el desánimo, fueron de los primeros en entrar en combate y de los últimos en abandonar el frente que había retrocedido hasta Valencia.

         
Una de las fotografías muestra a Malraux en Valencia rodeado de camaradas que lo zarandean cariñosamente mientras él continúa sonriente con las manos en los bolsillos, satisfecho de la fraternidad que se respiraba entre todos los que luchaban desesperadamente contra el fascismo. Paradójicamente Malraux le daría el título de L'espoir a una novela escrita al terminar la guerra donde plasmó con realismo sus vivencias y las de los miembros de su escuadrilla. En esa fotografía también se puede ver a Margot, la compañera de Paul Nothomb. Hubo dos mujeres en la escuadrilla, la otra era Clara, mujer de Malraux.

         
Gracias a las fotografías de Raymond Maréchal y a los textos de Paul Nothomb comprendemos un poco mejor lo que significó ese enfrentamiento salvaje y las ilusiones de esos republicanos, idealistas, demócratas, ingenuos, que creyeron poder vencer al fascismo en España.

         
Paul Nothomb es tío abuelo de la novelista belga Amélie Nothomb. André Malraux se inspiró en él para el personaje apellidado Attignies en su novela L'espoir.


"Malraux en España" de Paul Nothomb con prólogo de Jorge Semprún.

Edhasa. Barcelona, 2001.