La linterna de Diógenes

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10.7.07

Comentario de periódico:
LA LLAMADA DEL TIGRE



      Alejandro e Inés se encontraban cada madrugada en el jardín cuando el sol empezaba a romper la oscuridad entre los árboles y solían echarse sobre la fresca hierba a dormir abrazados hasta la hora de comer.

      Alejandro tenía los huesos largos e Inés la piel fina. El colocaba la cara interna del muslo de su pierna derecha sobre la cadera de ella y retozaban. A veces se lamían con cariño y se hacían carantoñas. El tenía las uñas fuertes y ponía mucho cuidado en no arañarla. Ella era más pequeña que él, más elástica, con los ojos más claros y se escurría entre sus hombros.

      Hace más o menos un mes Inés no apareció como todos los días en el jardín para encontrarse con Alejandro: en su último analisis de sangre le habían detectado una pancreatitis aguda y tuvieron que aislarla en un cuarto de la planta baja con ventana al jardín para recibir todos los cuidados necesarios. Allí permaneció inmóvil, levemente atada por agujas y sueros.

      Alejandro se asomaba silencioso a la ventana y no se despegaba de ella hasta la noche.

      La semana pasada murió Inés, la tigresa. Los veterinarios no pudieron hacer nada contra su pancreatitis galopante y desde entonces Alejandro, el tigre, se pasea por el jardín día y noche llamándola.